Ya lo dije en una de las ediciones de Soniphere en la que Ghost tocaron bajo un sol de justicia, e igualmente en su siguiente edición. La banda del Papa Emeritus está llamada a ser una de las que se quedarán por mucho tiempo encabezando carteles…poco me equivocaba. Y eso que puedo decir que las condiciones del segundo concierto que pude presenciar de la banda no reunía buenas condiciones y fueron cuanto menos, unos “del montón”. Por aquel entonces, la primera vez que pude saborear sus misas, sólo tenían un Opus Eponymous que para cierta parte del público ya considera un álbum de culto a día de hoy. ¿Exagerado?…puede ser, pero de lo que no hay duda es de que los suecos han sido inteligentes en su propuesta. Comercialmente tienen mucho que decir, con elementos de Black Sabbath o Blue Oyster Cult siempre haciendo gala de sonidos anclados en los 70 e incluyendo melodías que rozan el pop. De hecho ya hay igualmente una generación de “haters” en contra de todo lo que tenga que ver con Ghost, surgidos a partir de su segunda obra Infestissumam y que ha crecido con Meliora. Pero negar que este último es un disco de esos que marcan época es absurdo, y por ello, igual de absurdo oponerse a un éxito que era más que lógico, tenía que llegar.

Tras la edición del Ep Popestar a finales del pasado año, era el momento de probar suerte. Saber si los grandes recintos estaban hechos para ellos. Y la respuesta tras el concierto que ofrecieron en Wizink Center el pasado Viernes, es un rotundo si. Aunque sea el propio público el que aún no termine de aceptar que han crecido demasiado en 5 años, ya que a pesar de presentar el lugar una buena entrada en pista, las gradas permanecieron durante todo el evento ocultadas por tela negra. No obstante el ambiente que se respiraba ya durante la actuación de sus teloneros Zombi era agradable. Aunque todo sea dicho, sólo sirvió para mantener a la gente hablando de las expectativas del siguiente round, ya que el binomio era de acompañamiento y distracción del tedio que resulta esperar sin mas, creando atmósferas densas, casi de película, con unas muy potente batería, sintetizadores y en ocasiones contadas un bajo. Durante toda su actuación pude escuchar todo tipo de comentarios de lo que nos encontraríamos después, pero poca atención real se prestó al combo.

Tras una larga espera, el ambiente se vio cara a cara con la oscuridad de la misa negra cuando, después un buen rato de música eclesiástica a favor de un clímax idóneo, aparecían los pipas de Satán vestidos de negro, reverenciándonos y retirando las telas que cubrían los instrumentos de los fantasmas más famosos del rock. Si al ritual le sumamos el morbo de ver a la banda en Viernes Santo, llegas a entender el nivel de interés 10 que despertaba el show. Tras su peculiar intro, la cual les acompaña desde el año 0, ahí estaba Papa Emeritus III dando caña a su último single Square Hammer. Sonido quizás un poco bajo, pero desde mi perspectiva rozando el notable alto, y unos nameless ghouls con los que el maestro de ceremonias ha ganado lo suyo, pues respetan al 100% los temas, imprimiéndoles más feeling a mi parecer que los anteriores acompañantes,y no sólo eso, sino que además, no son estáticos y meros acompañantes sino que animan el cotarro igual o más que el propio «sacerdote». Mucha juventud en el público, dos escalinatas, y un telón a modo vidriera de fondo, y la fiesta estaba más que asegurada…el tema se lo sabía hasta el apuntador, y se notaba un ambiente peculiar. Un «hedor» que sólo se respira cuando hay expectación, y aquí la había a mares. Quizás por el incienso quemado, o tal vez por la química del show, pero esto presagiaba algo grande.

From The Pinnacle to the Pit puso el Palacio (si…el Palacio, porque no se nos quita de la cabeza ese nombre) patas arriba. El marcado bajo, el machaque de pié del ghoul que lo pilota y el enorme riff hizo saltar al personal, mientras Emeritus llegó a su zénit vocal, manteniendo un nivel más que aceptable toda la noche. Eso si, con coros pregrabados que por supuesto ayudan al espectáculo sin desmejorarlo haciéndolo parecer prefabricado como sucede cuando abusas de la tecnología para opacar tus carencias. Unas luces resultonas,humo estratégicamente disparado, poses de los siervos sobre este y mucho más pudimos disfrutar. Secular Haze es todo un himno ritual y así lo hicieron ver. Uno de los temas estandarte de Infestissumam resulta ser de las más coreadas y vividas, mientras que echábamos la vista atrás con un Con Clavi Con Dio perfectamente interpretada y manteniendo intacta la sensación que creaba en su ya “lejano” Opus Eponymous. Otro de los momentos álgidos fue el estribillo de Per Aspera ad Inferi, tema de apertura de su segundo trabajo, totalmente celebrado y dejando bien claro a los asistentes que da igual el material que toquen de sus tres álbumes y sus dos ep’s (aunque no optasen por nada de If You Have a Ghost), sus seguidores son fieles no sólo de su música, sino del contenido de la lírica y el lado más conceptual de la propuesta.

Tras la “comunión” que dos monjitas ofrecieron a las primeras filas en Body and Blood y Devil Church, llegó el momento de máxima oscuridad. El momento más Sabbath de la noche…el más temeroso musicalmente hablando, pero también el más deseado. Cirice es un clásico contemporáneo. El inicio marcado por los dos guitarristas, punteando cada vez uno de ellos, y añadido al platillo sepulcral condujeron al riff principal del tema con gran acierto, llegando al mejor clímax de toda la noche y al punto álgido indiscutible del show, creando un combo (con cambio de indumentario del Papa) entre esta, la maléfica Year Zero y la preciosa He Is (en la que no falto la intro disparada “Spöksonat”) en la que prácticamente no podíamos escuchar la voz de Forge (digo…Emeritus…) debido al potencial de los pulmones desatados del público. Increíble momentazo impagable nos brindaron nuestros peculiares «capuchinos».

Absolution, uno de los pepinazos de Meliora sonó impecable y poderosa, aunque no tanto como un Mummy Dust sencillamente espectacular, con lanzadera de confeti incluida, y creando el momento más intenso del show en cuanto a potencia instrumental. Totalmente fulminante…aunque como siempre que hay tormenta, sienta bien el cielo despejado posterior, Guleh/Zombie Queen, una de las favoritas de servidor del segundo lp, sirvió de antesala para la ya clásica Ritual, inamovible, incontestable y totalmente fiel a su versión original. Ni un alma sin cantar el estribillo, ni un cuello sin moverse…ni un cuerpo sin sentir que la noche era especial. Y tras el reparto de bártulos entre el público y un largo discurso de nuestro amigo Emeritus, Monstrance Clock puso el broche de oro a una velada increíble al son de su pegadizo y coreable estribillo. Todo el mundo recitando aquello de ”Come together, together as a one, Come together for Lucifer’s son”, una frase acorde al final de la ceremonia de aroma a incienso eclesiástico que supo a gloria bendita. Y lo curioso es, ¿cómo se puede hacer un show bonito con un concepto tan tenebroso?. La respuesta la tienen Ghost, y eso, es lo que les ha dado la fama de la que gozan. Tan accesibles como fulminantes, los suecos se despedían de Madrid con la mejor de sus sonrisas, y nosotros a ellos diciéndoles un ”hasta pronto” con la mano, pues de veras creo que la cuenta atrás se va a hacer larga hasta su próxima venida.

Crónica de José Rojo de Metal Zone