Más de medio año hemos tenido para degustar el último disco facturado por SYMPHONY X, una maravilla de nombre “Underworld” que, cuanto más lo escucho, más me gusta. Y eso que ya de primeras mis impresiones fueron excelentes, como plasmé en su pertinente reseña. Así que ya iba siendo hora de comprobar cómo lo defendían en directo, siendo toda una sorpresa el hecho de que lo tocaran íntegro, de principio a fin, demostrando que la banda cree a pie juntillas en la calidad de su material, algo seguramente compartido por unos fans que llenaron la Arena madrileña.

Este último punto es quizás el único negativo de la velada. No por la afluencia, siempre bienvenida, sino por la incapacidad de la sala para albergar esa capacidad de público. Pese a que estuvieran abiertas sus dos plantas (algo poco habitual en Arena), un evento de estas características sólo puede hacerse en La Riviera (la cual entiendo estaría ocupada esa tarde). Y es que con tantísima gente, no se disfruta de un espectáculo como es debido: las primeras filas apretadas, cual garbanzos en la olla, y las de atrás buscando cualquier hueco de visión de entre las cabezas y espaldas de quienes tiene delante.

Llegué justo para ver el inicio de los tunecinos MYRATH, quienes me sorprendieron gratamente, con esa mezcla de metal progresivo-melódico con sonidos provenientes de Oriente Medio. No los conocía y me dejaron con un muy buen sabor de boca.

El joven combo dejó detalles de buen gusto, arropados por un sonido excelente. Temas como el buenísimo “Believer”, con un videoclip muy trabajado en producción y un deje que me recuerda levemente al “One With The World” de Gamma Ray, “Nobody’s Lives” o la compleja “Merciless Times” fueron muy bien recibidas por un público que ya abarrotaba cada rincón de la céntrica sala.

A las 21:00 se apagaría la música de fondo ante la aparición del  cabeza de cartel. SYMPHONY X volvieron a demostrar por qué son unos de los nombres propios cuando de metal progresivo a nivel internacional se habla.

La mayoría de las miradas estuvieron centradas en el dúo protagonista formado por Michael Romeo y un Russell Allen curioso con su look de camisa abierta, sin mangas, gafas de sol y pelo recogido. Aunque sería injusto no reconocer la soberbia labor del teclista Michael Pinnella (que se salió, no sólo aportando su sonoridad, sino también a nivel técnico) y de la base conformada por Michael Lepond y Jason Rullo.

Con las máscaras que aparecen en la portada de “Underworld” presidiendo la pantalla central del escenario, no tardarían en arrancar con un potente “Nevermore”, algo deslucido por lo difuminado del sonido, teniendo además la voz ecualizada a un volumen muy bajo, hechos que posteriormente se irían corrigiendo.

“Underworld” sonaría brutal, mientras los técnicos ajustaban controles desde la mesa, consiguiendo que “Kiss of Fire” fuera perfecta, con un Allen perfecto, llegando a los más exigentes tonos que los temas le requerían.

Anunciando que ésta era la primera vez en su carrera en la que tocaban un disco completo para su gira de presentación, presentarían la preciosa “Without You” como un tema de un héroe que bajaba a los infiernos para rescatar a su amada. El tema caló hondo entre el respetable, con sus geniales melodías, atmósferas y velocidades perfectamente encajadas, siendo uno de los momentos más memorables de la velada.

En “To Hell and Back” el vocalista interpretaría sus líneas llevando una máscara de mimo, alternada con otra de colores rojo y negro. “In My Darkest Hour” encandiló con sus marcados ritmos y síncopas, mientras que “Run With The Devil” fue la perfecta combinación de técnica (los ligados de inicio entre teclado y guitarra fueron sensacionales) y melodía, aunque “Swan Song” no se quedaría atrás en cuanto a este último factor.

Como única representante del disco “V” sonaría la instrumental “The Death of Balance/Lacrymosa”, sirviendo para que Russell se tomara un pequeño descanso y retomando con un sensacional “Out of the Ashes” y “Sea of Lies”, que pondría punto y seguido para el primer mutis escénico.

El bis no se haría de rogar, ante el clamor del público que abarrotaba la sala. “Set the World on Fire (The Lie of Lies)” me encantó, siendo ya todo un clásico desde la edición del, para muchos polémico pero para el que firma sensacional, disco “Paradise Lost”, poniendo la guinda, al igual que con “Underworld”, con la compleja pieza “Legend”, la cual sonó muy bien, pero quizás no fuera la idónea para terminar, máxime cuando quedaron por sonar clásicos que habrían sido bien recibidos, máxime como colofón.

Sin duda una grandísima actuación de los americanos, como no podría ser de otra manera, aunque empañada por la capacidad y características de una sala no acordes a la cantidad de gente asistente al evento. Un set list “arriesgado”, aunque apostando por su música de más reciente factura, algo que les honra. Se hizo algo corto (hora y media), máxime teniendo en cuenta que echamos en falta más de una pieza perteneciente al resto de su carrera discográfica.

Crónica de J. José Jiménez de RafaBasa.com