Varios meses atrás vivimos la vuelta de AVALANCH en lo que hoy conocemos como su cuarta reencarnación. Todo lo acontecido en este tiempo: puesta en conocimiento general de los nuevos miembros, noticias, regrabación del disco… todo llevaba a la fecha del pasado sábado en Madrid, con la presentación oficial de “El Ángel Caído” y la formación que actualmente lleva la denominación ALL STAR BAND. Aquella noche más “all star” que nunca, gracias al aporte de colaboradores e invitados que aportaron su personal nota de color a la música del genio asturiano Alberto Rionda.

Vivimos casi tres horas de actuación con una Riviera luciendo un ambiente fenomenal, con bastante público asistente. El ritmo del concierto fue bastante fluido, pese a todo lo que presenciamos -tanto a nivel musical, como de espectáculo e ir y venir de personal sobre el escenario- dividiéndose éste en dos actos: el primero donde se interpretó “El Ángel Caído” al completo con la única intervención externa de Leo Jiménez en el segundo acto de “Las Ruinas del Edén” y un segundo donde AVALANCH tocaron una selección bastante acertada de sus grandes canciones, cada una de ellas haciéndose acompañar por colaboradores y compañeros de profesión.

El sonido de la banda en sí no fue malo, aunque sí mejorable en cuanto a la ecualización de instrumentos se refiere. Porque si hablamos de voces, aquello dejó bastante que desear. Desde el inicio con un Israel Ramos al que apenas se le escuchaba -más bien se le intuía en ocasiones- y con una situación que fue a peor cuando los cantantes invitados tomaban el escenario.

Sobre la banda en sí, estuvo magnífica. Se notaba y mucho cada vez que un batería que no era Mike Terrana llegaba para colaborar, ya que la diferencia de potencia entre cualquier otro y el estadounidense era notable. ¡Qué manera de aporrear! Magnus Rosen no paró de sonreir y regalarnos unas precisas a la par que técnicas líneas de bajo, ataviado con sus botas de estilo arlequín que no pasaron desapercibidas para las primeras filas. Jorge Salán me encantó. Todo un alarde de elegancia, tocando con técnica y sentimiento, aportando además unas segundas voces y armonías en los coros que en directo se agradecen y mucho. José Paz desgranó unos teclados y presencia escénica imponentes, mientras que Israel Ramos estuvo a la altura, aguantando un extenuante concierto con un estado de voz óptimo.

¿Qué decir del maestro Rionda? Pues que se dio un baño de multitudes como hacía años merecía su trayectoria dentro de la música. Por fin pudimos ver a AVALANCH en una sala de amplio aforo repleta, obteniendo el reconocimiento que por derecho se merece. Recuerdo cuando en 2011 se intentó dar ese paso en aquel mismo lugar madrileño, presentando “Malefic Time: Apocalypse” y la cosa no terminó de cuajar, principalmente por problemas técnicos. Pero la noche del sábado, todo salió a la perfección, aunque no nos libráramos de algún pequeño susto que más adelante relataré. Alberto estaba feliz, dando un repaso a algunos de sus más grandes temas (tocaron piezas de todos los discos a excepción del mencionado “Malefic Time: Apocalypse”), llevándose la ovación más grande de la noche. De hecho fue él quien abriría la velada, saliendo a escena a tocar un pequeño y melódico solo basado parcialmente en “Antojo de un Dios” para más tarde, encarar su querida “Santa Bárbara”.

Antes de eso, fuimos recibido por el mismísimo Ángel caído, en forma de hermosa estampa femenina, de impoluto blanco y con sus alas plegadas a un lado del escenario, mientras la música de ambiente y bandas sonoras, principalmente del maestro Howard Shore sonaba por la P.A. Fue el perfecto preámbulo a la fiesta que inició con el primer acto donde se interpretó “El Ángel Caido” en el mismo orden que aparece dentro del álbum (con la excepción de “Santa Bárbara” que ya había tocado Alberto como introducción).

Luciendo unas hermosas pantallas (una como telón trasero y otra a pie de la tarima sobre la que se encontraba la batería), el escenario pronto recibiría el salto de todos los músicos al son de “Hacia la Luz”, la instrumental que sirvió para dar el pistoletazo de salida definitivo. Enlazaron con “Tierra de Nadie” -¡qué gran canción y qué poco la han explotado en directo!- con el vocalista saliendo en último lugar, luciendo un precioso tres cuartos de color rojo. El tema sonó de lujo, perfecto en su técnica complejidad, con un duelo de solos entre Alberto, José y Jorge espectacular, resolviendo con ese barrido de arpegios mítico. “El Ángel Caído» continuó la fiesta y las buenas sensaciones y, aunque a Israel no se le escuchaba apenas, sí intuí ciertas dificultades para llegar a las notas altas de su estribillo por parte del vocalista catalán.

Con “Xana” hubo un pequeño parón por dificultades técnicas en la batería, momento aprovechado por Magnus para hacerse un solo de bajo y amenizarnos la espera. Una vez resuelto el problema a los pocos minutos, lograron sacarla adelante, haciendo una más que notable versión de ella.

“Levántate y Anda” sonó demoledora. Terrana se lució a base de bien, demostrando la enorme pegada que imprime a su instrumento. “Alma en Pena” fue todo un descubrimiento en directo, con un Jorge Salán acertadísimo en las segundas voces, dándole la réplica a Israel.

“Corazón Negro”, con su potente riff fue otro pequeño éxito individual para el bueno de Mike, así como para Salán, quién llevó adelante el solo. Pararían a mitad del tema para hacerse un pequeño duelo entre Alberto y él, mientras el asturiano jugaba a cortarle la señal de sonido en la guitarra a su compañero.

Para “Delirios de Grandeza”, serían José y Jorge quienes realizaron la introducción mientras el público cantaba la singular melodía de “comienza a anochecer y vuelvo a estar triste…”. Y llegamos al momento mágico de la noche, un “Antojo de un Dios” precioso. Es una de las baladas en castellano más hermosas de la historia de la música metal, más ahora gracias al hermoso solo que Salán ha creado para engalanarla, uniéndola al gran opus de “El Ángel Caído”. Me refiero a “Las Ruinas del Edén”, con una banda colosal, el sonido en el mejor estado de la noche y los músicos haciendo grande esta epopeya musical. Llega su segundo acto y aparece Leo Jiménez para hacer la parte del hombre abandonado por su creador. A la segunda estrofa, el madrileño se suelta la coleta -literalmente- y nos da a conocer el por qué de su apodo “La Bestia”, desatándose, haciéndonos dar palmas, gritar, poniendo La Riviera patas arriba.

A partir de este momento, los músicos hicieron mutis durante diez minutos para la preparación de la segunda parte del show, ya acompañados por los invitados al evento.

Sobre la actuación a partir de aquí, fue interesante ver a AVALANCH interpretando tan diferentes temas junto a compañeros de carretera y profesión y, ciertamente, algunos duetos quedaron mejor que otros, aunque también es cierto que el sonido, sobre todo en cuanto a las voces se refiere, quedaron mejor que otros. En todo caso, el público estuvo atento y encantado con cada uno de ellos.

Los primeros en salir fueron Rubén y Alex de DEBLER junto a Gonzalo de AMADEÜS para interpretar un “Mil Motivos” muy coreado por el público. “Pies de Barro” la hicieron junto a Richard de la Uz, mientras que para “Papel Roto” contaron con Xina de OKER, en una tesitura fuera de lo que en ella es habitual, con un tono que no le venía demasiado bien y obligaba a que ésta tuviera que engolar su voz en demasía.

De lo mejor de la noche en este segundo bloque serían Jorge Berceo y Víctor de Andrés, quienes pusieron patas arriba una vez más la sala con su interpretación y energía en “Pelayo”.

El momento nostálgico fue “La Llama Eterna”, con Juan Lozano, primer vocalista de AVALANCH. De repente me acordé de aquel “Duro con el 98” con aquella joven formación defendiendo un álbum atípico para lo que hasta la fecha conocíamos en este país. Me encantó escuchar a Juan en directo una vez más al frente de la que fue su banda hace muchos años.

El teclista Manuel Ramil aparecería para interpretar “Niño” junto a un Edu Falaschi con la voz rota, ronquísima, pasando verdaderos apuros para cantar su estribillo.

Por su parte, Ángel de TIERRA SANTA haría suya “Alas de Cristal”, poniendo de nuevo el termómetro en su punto álgido.

La esperada “Lucero”, todo un himno de la etapa “Los Poetas han Muerto”, contó con Carlitos, Zeta y Diego, junto al violinista de DEBLER Dani Fuentes, haciendo estos dos últimos un interesante tándem melódico que casó muy bien en su estribillo (a pesar, una vez más, del deficiente sonido).

Tras ella, llegaría el torbellino de nombre SARAGOTA, representado por Tete y Nico, dando aún más energía a “Torquemada”, poniéndonos las pilas después de dos horas y media de pie a esas alturas. ¡Fue increíble!

Y tras un pequeño mutis, aparecerían Alberto, Israel y el maestro José Carlos Molina, para hacer, en formato acústico, un precioso “Cambaral” donde Isra y el maestro flautista nos pondrían la piel de gallina mientras Alberto no paraba de meterse con nosotros en plan de broma para que cantáramos más alto. El fin de fiesta fue con todos los músicos que habían participado de la velada sobre el escenario y nosotros entonando el que fuera el último estribillo de la canción junto a ellos.

Una velada fantástica, con un sentido fin de fiesta que pronto quedará inmortalizado en el DVD que grabaron del evento. Los fans de AVALANCH merecían una noche así desde hacía muchos, muchos años.

Setlist:

  1. Santa Bárbara
  2. Hacia la luz
  3. Tierra de nadie
  4. El ángel caído
  5. Xana
  6. La buena nueva
  7. Levántate y anda
  8. Alma en pena
  9. Corazón negro
  10. Delirios de grandeza
  11. Antojo de un Dios
  12. El séptimo día
  13. Las ruinas del Edén (con Leo Jiménez)
  14. Mil motivos (con Débler y Amadeus)
  15. Pies de barro (con Amenti y Amadeus)
  16. Papel roto (con Oker)
  17. Pelayo (con Zenobia y Escuela de odio)
  18. La llama eterna (con Juan Lozano y Escuela de odio)
  19. Niño (con Almah y Manuel Ramil)
  20. Alas de cristal (con Tierra Santa)
  21. Lucero (con Mago de Oz y Débler)
  22. Torquemada (con Saratoga)
  23. Cambaral (con Ñu y todos)

Crónica de J. José Jiménez de RafaBasa.com